El todoterreno disfruta circulando por una de las pocas carreteras asfaltadas que hay en Namibia y nosotros compartimos su alegría contemplando por las ventanillas la vida que se va desperdigando sin orden por los márgenes del asfalto. Mujeres que caminan descalzas con sus bebés a la espalda, niños que cargan bidones de agua, hombres sentados a la sombra, mantas en el suelo con pilas de leña, poblados con apenas cinco chozas dispuestas en círculo. Es la Franja de Caprivi que se abre paso como una estrecha lanza entre Angola y Botswana y nos clava con fuerza en la retina la realidad más pobre del país.
De repente, el coche frena al leer nuestro pensamiento. Unos metros más atrás nos ha parecido ver una modesta escuela. Damos la vuelta.
Unos bancos de madera y una pizarra apoyada en la choza, todo al pie de la carretera. Pedimos permiso a la profesora que nos contesta con una sonrisa y unas palabras deslavazadas en inglés. Hace un suave gesto a los niños, cuyos ojos nos interrogan tímidamente, y sus voces se alzan obedientes hacia el cielo africano en un canto religioso de bienvenida que se diluye entre las nubes. Agradecemos su regalo con globos, camisetas, bolígrafos y juguetes pequeños.
Pero el mejor regalo, sin duda, nos lo llevamos nosotros mientras nos marchamos con una mezcla de felicidad y tristeza atragantada en la garganta. Al volver la vista, sus manos nos dicen adios dibujando sonrisas en el aire y ese recuerdo se cuela raudo en el coche para seguir el viaje con nosotros hasta meterse hoy en este cajón de recuerdos. Unos minutos de modestia, de risas, de impotencia, de pupilas dilatadas, de vida desbordante al pie de una choza.
marzo 26, 2013
Increible recuerdo. Estas son las imágenes que se te quedan para siempre grabadas en la mente. La sonrisa y la mirada de un niño, como cantan, como juegan con lo poquito que tienen, y son felices. ¡Tenemos mucho que aprender!
Besos!
octubre 14, 2012
Precioso recuerdo os habéis traído. No hay mejor lugar para encontrarse a unos niños. Estas experiencias marcan los viajes.
Un abrazo!
octubre 14, 2012
Muchas gracias por tu comentario Victor. Desde luego estas experiencias siempre enriquecen los viajes
Un saludo!!
octubre 13, 2012
Que bien escribes hermana. Me ha encantado la expresión «la vida que se va desperdigando sin orden». Un besote y a seguir regalándonos historias y recuerdos tan bonitas.
octubre 13, 2012
Los piropos de hermano no cuentan, je,je Gracias por leerme y a ver si te animas a compartir tu también tus experiencias viajeras que son distintas pero igualmente enriquecedoras.
Un beso
octubre 10, 2012
A nosotros nos llamó la atención la vida que hay en los márgenes de la carretera y la de kilómetros que recorren andando. Si te fijas estos niños ni siquiera tenían uniformes, no tenían prácticamente nada pero sí una profesora entrañable y dedicada a ellos. ¿Has estado también en Namibia?
octubre 10, 2012
jo, que recuerdo….. me acabo de transportar allí ahora mismo, a la mezcla de tristeza, vergüenza y también ilusión que sentí al mirar por la ventana y ver a aquellos niños que volvían de la escuela con sus uniformes, caminando kilómetros pero que aún así sonreían y nos saludaban cuando pasábamos.
Que agradecida estoy a la vida de haber podido tener experiencias como esta……..
octubre 10, 2012
A veces nos aferramos a decir que mala es nuestra vida, que difícil, no tenemos casi oportunidades, pero realmente somos egoístas ya que vivimos una realidad que no es la misma en otros lugares del planeta.
Una pena esta desigualdad de verdad.
Jesús Martínez
Vero4travel
octubre 10, 2012
Tienes toda la razón Jesús. Por eso viajar es tan importante porque te hace descubrir realidades muy diferentes y a las que no se les puede dar la espalda.
octubre 9, 2012
Deberíamos vivir experiencias como la vuestra para valorar mas todo lo que tenemos y darnos cuenta que muchas cosas no son tan necesarias como pensamos.Ver lo felices que estaban con sus regalos no tiene precio.
octubre 9, 2012
Lo bueno de viajar es que vives experiencias como esta que te sirven para abrir los ojos en muchos sentidos
octubre 9, 2012
Qué bonito recuerdo pero qué duro tiene que ser también. Leyendo esto digo… de qué nos quejamos? Si nosotros lo tenemos todo, y estos pobres niñitos dando clase así…
Un abrazo!!
octubre 9, 2012
Gracias por tu comentario!
No cambiaríamos este recuerdo por ningún otro. Escucharles cantar, ver su cara mientras inflábamos los globos… Inolvidable.